Sin duda, el principal valor de la ocurrencia y la observación de un eclipse es la motivación. Hay ejemplos en los que ante un hecho tan sorprendente el niño o el adolescente además de sentirse fascinado se pregunta el por qué y se anima a investigar:
En las biografías de Santiago Ramón y Cajal o el francés Camille Flammarión siempre se citan las sensaciones que sintieron cuando de niños observaros sendos eclipses, y aunque el primero de ellos no se dedicó luego a la astronomía, el eclipse fue lo que le orientó hacia la ciencia e investigación.



